La Biblia confirma que Dios Sí destruye a los impíos
En nuestro mundo moderno, donde muchos consideran que la pena capital es cruel, incluso para los asesinos, es difícil para algunos aceptar que Dios sentencia a muerte a quienes se oponen a él. Pero Isaías dice que sí: “Pero vosotros los que dejáis a Jehová […] yo también os destinaré a la espada, y todos vosotros os arrodillaréis al degolladero” (Isa. 65:11, 12).
Dirigiéndose al mismo grupo, el Señor dice: “Jehová el Señor te matará” (Isa 65: 15; ver también Isa 66:16: “los muertos de Jehová”). Es difícil imaginar una declaración más explícita que esa.
Dios castiga a las personas y las condena a muerte de diferentes maneras. En Isaías 10:5 y 6, Asiria es la “vara” de la ira de Dios que envía contra los israelitas “impíos”. Permitiría que los asirios derrotaran, afligieran y mataran a los que habían sido su pueblo, en vez de seguir protegiéndolos, porque lo habían rechazado, y no había nada más que pudiera hacer por ellos. Isa. 5:4, 5: “¿Qué más se podía hacer a mi viña, que yo no haya hecho en ella? ¿Cómo, esperando yo que diese uvas, ha dado uvas silvestres? Os mostraré, pues, ahora lo que haré yo a mi viña: Le quitaré su vallado, y será consumida; aportillaré su cerca, y será hollada.“
Habían renunciado a Dios y a su Ley, por lo que los entregó a la “ley de la selva” de este mundo, que solo respeta la fuerza depredadora.
Quitar su protección no es la única forma en que Dios “mata” a los que se rebelan contra él. Cuando los asirios amenazaron a Jerusalén y Ezequías oró por liberación (Isa. 37), “salió el ángel de Jehová y mató a ciento ochenta y cinco mil en el campamento de los asirios” (Isa. 37: 36; ver también 2 Rey. 19:35; 2 Crón. 32:21).
El ángel era el agente de Dios, que actuó de acuerdo con su voluntad. Sí, Dios mata a los malvados, a veces para salvar a otras personas de su opresión.
Dios asume la responsabilidad de destruir a los impíos
Dios asume la responsabilidad de destruir a los impíos, ya sea que lo haga directamente él mismo, como en el gran diluvio (Gén. 7); la aniquilación de Sodoma y Gomorra (Gén. 19); la matanza de los primogénitos en Egipto (Éxo. 12); la destrucción de Coré, Datán, Abiram y sus aliados (Núm. 16); y la destrucción final después del milenio (Apoc. 20); o utiliza a sus agentes, como un ángel o mensajero destructor (Isa. 37:36), o a los israelitas cuando los comisionó para acabar con las naciones de Canaán (Deut. 7:1, 2; 20:16, 17; Jos. 6:21; 10:28; etc.).
El libro de Isaías sigue resaltando el contraste entre la redención de los leales y la destrucción de los desleales hasta el fin. Después de retratar un futuro glorioso para los que se salvan (Isa. 66:18-23), el libro termina con esta imagen oscura y espantosa: “Y [los salvados] saldrán, y verán los cadáveres de los hombres que se rebelaron contra mí; porque su gusano nunca morirá, ni su fuego se apagará, y serán abominables a todo hombre” (vers. 24). Las palabras “su gusano nunca morirá” significa “los gusanos que se los comen no morirán” (vers. 24, DHH).
Este fuego inextinguible ¿es el infierno eterno en el que miles de millones de cristianos creen? Apocalipsis 14:10 y 11 habla del tormento “con fuego y azufre” y describe que “el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos. Y no tienen reposo de día ni de noche”. Pero el hecho de que en Isaías 66:24 los rebeldes se hayan convertido en “cadáveres” (comparar con Mal. 4:3: “serán ceniza bajo las plantas de vuestros pies”) indica que su tormento dura solo mientras permanecen vivos, y luego mueren. Los conceptos de fuego inextinguible y gusanos vivos simplemente enfatizan que estos agentes consumidores hacen su trabajo de destrucción hasta terminar completamente su tarea.
La destrucción completa también se confirma en Judas 1:7, donde “Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas […] fueron puestas por ejemplo, sufriendo el castigo del fuego eterno”. Ya no hay fuego que siga ardiendo allí después de miles de años. Las expresiones “fuego eterno” (Jud. 1:7) y humo que “sube por los siglos de los siglos” (Apoc. 14:11) significan que el fuego destruye todo.
La doctrina antibíblica de un infierno que arde constantemente es un mito satánico que convierte a Dios en un monstruo sádico inimaginable. El infierno bíblico no existe ahora; es el fuego que Dios encenderá en la superficie del planeta Tierra, que se convertirá en un “lago de fuego” (Apoc. 20:14, 15).
Mediante esta destrucción completa después del milenio, purgará el Universo del pecado, los pecadores, Satanás y la muerte (Apoc. 20). Después de que el fuego haya hecho su obra, para que todos los cadáveres desaparezcan, él volverá a crear la misma Tierra y la convertirá en nuestro hogar perfecto y eterno (Apoc. 21, 22).
Tomado del Libro Complementario del Primer Trimestre 2021 "El Libro de Isaías" de Roy Gane, páginas 351-352
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