¿Importa Qué Clase de Música Escuchamos?
Una breve explicación de la verdad Bíblica de que la música no es neutral. O edificamos nuestras mentes para ser creativos desde adentro o las esclavizamos a las impresiones externas, dependiendo de la clase de música que habitualmente escuchamos.
En la vida cristiana, ¿agradamos a Dios con sólo tener buenas intenciones y ser sinceros? Las Escrituras enseñan lo contrario: se necesita mucho más que intenciones y sinceridad para agradar verdaderamente a Dios.
Al devolver el arca a Jerusalén, David intentó usar la misma carreta construída por los filisteos. Tenía la intención correcta, pero el método equivocado. ¿El resultado? Uza murió cuando los bueyes tropezaron, pues representaba el esfuerzo del cristiano por lograr metas espirituales con medios carnales. David sí logró llegar hasta Jerusalén con el arca, pero sólo después de corregir su métido, llevándolo sobre los hombros de los sacerdotes con barras (I Crónicas 15:15). Tanto el contenido como el método tenían que ser correctos, pues uno no puede usar un método pagano para lograr un objetivo espiritual.
I Corintios 3:10 nos dice que debemos mirar cómo edificamos. No podemos edificar sobre nuestro fundamento en Cristo como nosotros queramos. Sólo hemos de edificar como El manda. II Timoteo 2:5 nos dice que como atletas, hemos de ser obedientes a las reglas del juego para poder ser coronados con victoria. La manera de jugar es tan importante como la victoria misma.
¿Por que presento estos argumentos? Es porque en todas las áreas de nuestra vida, tenemos que ser Bíblicos en nuestras intenciones y en nuestros métodos si vamos a agradar a Dios. Espiritualmente, cualquier buena obra se convierte en pecado si no se realiza “en el Espíritu” o con la actitud correcta. Académicamente, una materia sólo es cristiana si tanto sus conceptos como su propósito están estructurados Bíblicamente. Nuestra conducta como creyentes sólo es pura si estamos trabajando en el poder de El, y no en la nuestra.
La música no es ninguna excepción. Tanto la letra como la música tienen que sujetarse a principios Bíblicos para que sea verdaderamente edificante. El creyente no santifica automáticamente su música, ni tampoco el incrédulo lo hace pagano. Nuestro discernimiento necesita ir mucho más allá que esto.
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Una breve explicación de la verdad Bíblica de que la música no es neutral. O edificamos nuestras mentes para ser creativos desde adentro o las esclavizamos a las impresiones externas, dependiendo de la clase de música que habitualmente escuchamos.
En la vida cristiana, ¿agradamos a Dios con sólo tener buenas intenciones y ser sinceros? Las Escrituras enseñan lo contrario: se necesita mucho más que intenciones y sinceridad para agradar verdaderamente a Dios.
Al devolver el arca a Jerusalén, David intentó usar la misma carreta construída por los filisteos. Tenía la intención correcta, pero el método equivocado. ¿El resultado? Uza murió cuando los bueyes tropezaron, pues representaba el esfuerzo del cristiano por lograr metas espirituales con medios carnales. David sí logró llegar hasta Jerusalén con el arca, pero sólo después de corregir su métido, llevándolo sobre los hombros de los sacerdotes con barras (I Crónicas 15:15). Tanto el contenido como el método tenían que ser correctos, pues uno no puede usar un método pagano para lograr un objetivo espiritual.
I Corintios 3:10 nos dice que debemos mirar cómo edificamos. No podemos edificar sobre nuestro fundamento en Cristo como nosotros queramos. Sólo hemos de edificar como El manda. II Timoteo 2:5 nos dice que como atletas, hemos de ser obedientes a las reglas del juego para poder ser coronados con victoria. La manera de jugar es tan importante como la victoria misma.
¿Por que presento estos argumentos? Es porque en todas las áreas de nuestra vida, tenemos que ser Bíblicos en nuestras intenciones y en nuestros métodos si vamos a agradar a Dios. Espiritualmente, cualquier buena obra se convierte en pecado si no se realiza “en el Espíritu” o con la actitud correcta. Académicamente, una materia sólo es cristiana si tanto sus conceptos como su propósito están estructurados Bíblicamente. Nuestra conducta como creyentes sólo es pura si estamos trabajando en el poder de El, y no en la nuestra.
La música no es ninguna excepción. Tanto la letra como la música tienen que sujetarse a principios Bíblicos para que sea verdaderamente edificante. El creyente no santifica automáticamente su música, ni tampoco el incrédulo lo hace pagano. Nuestro discernimiento necesita ir mucho más allá que esto.
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El Propósito De La Música
En el Antiguo Testamento, Saúl fue atormentado por un espíritu malo por su desobediencia a Dios. Sin embargo, cuando David tocaba su música, ésta ayudaba a Saúl y experimentaba liberación. La Biblia declara que, “Saúl tenía alivio y estaba mejor, y el espíritu malo se apartó de él,” (I Samuel 16:23). Saúl tenía alivio en su cuerpo, era sanado mentalmente y liberado espiritualmente. La música, independientemente de la letra, nos libera o nos esclaviza espiritualmente.
La palabra “música” viene de la raíz muse y significa “considerar, pensar bien; estudiar en silencio“. Al crear la música, Dios nos proveyó un medio para expresar nuestro amor por Jesucristo de una manera inteligente y significativa. Webster identifica en la música por lo menos tres ingredientes claves; melodía, armonía, y sucesión (o ritmo). Los rudimentos de la música nos explican en detalle cómo fue influenciado Saúl positivamente por la alabanza de David. La palabra “melodía” viene del griego melos y significa “cantante de alabanzas.” Tanto Efesios 5:18-19 como Colosenses 3:16 hablan de “cantar en vuestros corazones al Señor.” De modo que la melodía de la música está diseñada para ministrar al espíritu, porque en cierto sentido está casada con la letra y se eleva y cae paralelamente al mensaje del canto.
La palabra “armonía” viene del griego harmos y significa “sitio de unión,” uniéndola al alma o la mente del creyente. La manera de transformar nuestras vidas a la imagen de Cristo es mediante la renovación de nuestro entendimiento. De manera que una armonía apropiada en la música que escuchamos refleja la paz de nuestra manera de pensar en relación con los principios de la Palabra de Dios.
La palabra “ritmo” viene del griego rheo y significa “flujo or latido del pulso“, uniéndolo directamente con el cuerpo. Nuestros cuerpos fluyen en un ritmo constante. Nuestros órganos internos, circulación sanguínea y pulso laten contantemente dentro de nosotros. Sin embargo, este pulso de la vida sostiene nuestra vida de servicio a Dios, no nos debe estar guiando o empujando. Cuando corremos, nuestro pulso se hace más evidente, e igualmente, el ritmo de nuestros cantos se vuelve más notorio y vivaz al expresar conflicto espiritual o cierto tipo de acción. Así que la música es la expresión de cada parte de nuestro ser en la adoración de Dios y de Jesucristo nuestro Señor. Es, en efecto, nuestro estilo de vida. La música que habitualmente escuchamos nos edificará o nos impedirá vivir vidas cristianas constantes. La letra, el compás musical y la armonía son todos para expresar a Dios de una manera hermosa y bella. Cuando la melodía, la armonía o el ritmo viola al balance de Dios somos engañados, vivimos de sentimientos, nervios o adrenalina en lugar de depender del poder de Dios.
En el Antiguo Testamento, Saúl fue atormentado por un espíritu malo por su desobediencia a Dios. Sin embargo, cuando David tocaba su música, ésta ayudaba a Saúl y experimentaba liberación. La Biblia declara que, “Saúl tenía alivio y estaba mejor, y el espíritu malo se apartó de él,” (I Samuel 16:23). Saúl tenía alivio en su cuerpo, era sanado mentalmente y liberado espiritualmente. La música, independientemente de la letra, nos libera o nos esclaviza espiritualmente.
La palabra “música” viene de la raíz muse y significa “considerar, pensar bien; estudiar en silencio“. Al crear la música, Dios nos proveyó un medio para expresar nuestro amor por Jesucristo de una manera inteligente y significativa. Webster identifica en la música por lo menos tres ingredientes claves; melodía, armonía, y sucesión (o ritmo). Los rudimentos de la música nos explican en detalle cómo fue influenciado Saúl positivamente por la alabanza de David. La palabra “melodía” viene del griego melos y significa “cantante de alabanzas.” Tanto Efesios 5:18-19 como Colosenses 3:16 hablan de “cantar en vuestros corazones al Señor.” De modo que la melodía de la música está diseñada para ministrar al espíritu, porque en cierto sentido está casada con la letra y se eleva y cae paralelamente al mensaje del canto.
La palabra “armonía” viene del griego harmos y significa “sitio de unión,” uniéndola al alma o la mente del creyente. La manera de transformar nuestras vidas a la imagen de Cristo es mediante la renovación de nuestro entendimiento. De manera que una armonía apropiada en la música que escuchamos refleja la paz de nuestra manera de pensar en relación con los principios de la Palabra de Dios.
La palabra “ritmo” viene del griego rheo y significa “flujo or latido del pulso“, uniéndolo directamente con el cuerpo. Nuestros cuerpos fluyen en un ritmo constante. Nuestros órganos internos, circulación sanguínea y pulso laten contantemente dentro de nosotros. Sin embargo, este pulso de la vida sostiene nuestra vida de servicio a Dios, no nos debe estar guiando o empujando. Cuando corremos, nuestro pulso se hace más evidente, e igualmente, el ritmo de nuestros cantos se vuelve más notorio y vivaz al expresar conflicto espiritual o cierto tipo de acción. Así que la música es la expresión de cada parte de nuestro ser en la adoración de Dios y de Jesucristo nuestro Señor. Es, en efecto, nuestro estilo de vida. La música que habitualmente escuchamos nos edificará o nos impedirá vivir vidas cristianas constantes. La letra, el compás musical y la armonía son todos para expresar a Dios de una manera hermosa y bella. Cuando la melodía, la armonía o el ritmo viola al balance de Dios somos engañados, vivimos de sentimientos, nervios o adrenalina en lugar de depender del poder de Dios.
Discernimiento De Música Piadosa
Dios declara en su Palabra que Lucifer fue creado originalmente como ángel de alabanza, (véase Ezequiel 28:13). Sin embargo, cuando cayó, su música cayó junto con él, y desde entonces él ha sido la inspiración de la música perversa en la tierra, (véase Isaías 14:11).
Cuando el hombre pecó, sus prioridades para la vida fueron trastornadas. Fue creado para vivir según el espíritu, escogiendo con su alma obedecer a Dios, y su cuerpo sujetándose a las órdenes. El hombre, en su condición pecaminosa y natural, ahora eleva el cuerpo al primer término, con sus pensamientos y voluntad esclavizados a los deseos sensuales, carnales, y como resultado, su vida espiritual en servidumbre al enemigo.
El hombre pecaminoso ha pervertido la música, como todo lo demás que Dios ha creado, de modo que ahora refleja su propia naturaleza egoísta. El profeta Amós observó esto cuando declaró que los cantos de Israel habían dejado de ser aceptables, debido a la condición de su corazón y sus métodos de adoración, (Amós 5:23).
Los cantos swing de la década de los 20, el jazz de los 40 y el rock de los 60 elevó el ritmo por encima de la melodía y la armonía. Existen pruebas de que, como resultado, somos una nación de neuróticos. El rock de los 60 fue el fruto de una progresión de música impía, pero en la actualidad muchos piensan que nada tiene de malo. Esto se debe únicamente al hecho de que la música de los 90 es tan mala que la otra parece buena por comparación. Debemos de examinar todo conforme a las normas de Dios, no por la relatividad de la comparación de la actualidad. La música y el arte de una cultura manifiesta a su dios, y la música de los Estados Unidos ha reflejado su deterioro. ¡Es tiempo de que la iglesia despierte!
La música pagana y sensual frecuentemente pone el énfasis primario en el ritmo. Desde la televisión hasta los llamados cantos de alabanza, se exalta el contra tiempo pesado del ritmo por encima de la melodía y armonía apropiada. La discordia ha desplazado a la armonía; y la repetición hipnótica de patrones sosos de notas ha sustituido a las melodías deleitosas que expresan el gozo de la creación de Dios. Con una dieta de esta clase, no es de extrañar que el cristiano de hoy frecuente ignora del todo el poder de los Salmos de la Biblia y de los grandes himnos clásicos que han transformado a naciones enteras. La historia se ha inclinado hacia la piedad más frecuentemente por música cuyo poder radica en la letra, la melodía y la armonía; no en la elevación de su rítmo.
Al discernir la música que disfrutas, considera lo siguiente: ¿La letra armoniza con principios Bíblicos? ¿El cantante hace énfasis en los deslizamientos y el descuido, así como un estilo de vida impío? ¿La melodía tiene variedad, con notas agudas y graves en equilibrio para apoyar la letra? Y, ¿eleva el espíritu en lugar de producir pesadez? ¿La armonía domina sobre la discordia y usa variedad de expresión en lugar de los mismos acordes o un exceso de tonos menores? ¿El ritmo apoya a la melodía y el contenido de la letra, o te somete mediante una síncopa excesiva, invitándote a movimientos sensuales? La Biblia nos exhorta a examinar todas las cosas antes de aceptarlas. Congregaciones enteras pueden ser engañadas, pensando que Dios está presente cuando no lo está, o ausente cuando está presente, porque la prioridad ha llegado a ser el rítmo y una “elevación” artificial en lugar de una verdadera unción.
La clase de música que habitualmente disfrutamos tiene gran importancia. O nos volvemos libremente creativos y expresivos, o dependientes de la estimulación y la impresión.
Titulo: "Importa que clase de música escuchamos"
Autor: Paul Jehle
Dios declara en su Palabra que Lucifer fue creado originalmente como ángel de alabanza, (véase Ezequiel 28:13). Sin embargo, cuando cayó, su música cayó junto con él, y desde entonces él ha sido la inspiración de la música perversa en la tierra, (véase Isaías 14:11).
Cuando el hombre pecó, sus prioridades para la vida fueron trastornadas. Fue creado para vivir según el espíritu, escogiendo con su alma obedecer a Dios, y su cuerpo sujetándose a las órdenes. El hombre, en su condición pecaminosa y natural, ahora eleva el cuerpo al primer término, con sus pensamientos y voluntad esclavizados a los deseos sensuales, carnales, y como resultado, su vida espiritual en servidumbre al enemigo.
El hombre pecaminoso ha pervertido la música, como todo lo demás que Dios ha creado, de modo que ahora refleja su propia naturaleza egoísta. El profeta Amós observó esto cuando declaró que los cantos de Israel habían dejado de ser aceptables, debido a la condición de su corazón y sus métodos de adoración, (Amós 5:23).
Los cantos swing de la década de los 20, el jazz de los 40 y el rock de los 60 elevó el ritmo por encima de la melodía y la armonía. Existen pruebas de que, como resultado, somos una nación de neuróticos. El rock de los 60 fue el fruto de una progresión de música impía, pero en la actualidad muchos piensan que nada tiene de malo. Esto se debe únicamente al hecho de que la música de los 90 es tan mala que la otra parece buena por comparación. Debemos de examinar todo conforme a las normas de Dios, no por la relatividad de la comparación de la actualidad. La música y el arte de una cultura manifiesta a su dios, y la música de los Estados Unidos ha reflejado su deterioro. ¡Es tiempo de que la iglesia despierte!
La música pagana y sensual frecuentemente pone el énfasis primario en el ritmo. Desde la televisión hasta los llamados cantos de alabanza, se exalta el contra tiempo pesado del ritmo por encima de la melodía y armonía apropiada. La discordia ha desplazado a la armonía; y la repetición hipnótica de patrones sosos de notas ha sustituido a las melodías deleitosas que expresan el gozo de la creación de Dios. Con una dieta de esta clase, no es de extrañar que el cristiano de hoy frecuente ignora del todo el poder de los Salmos de la Biblia y de los grandes himnos clásicos que han transformado a naciones enteras. La historia se ha inclinado hacia la piedad más frecuentemente por música cuyo poder radica en la letra, la melodía y la armonía; no en la elevación de su rítmo.
Al discernir la música que disfrutas, considera lo siguiente: ¿La letra armoniza con principios Bíblicos? ¿El cantante hace énfasis en los deslizamientos y el descuido, así como un estilo de vida impío? ¿La melodía tiene variedad, con notas agudas y graves en equilibrio para apoyar la letra? Y, ¿eleva el espíritu en lugar de producir pesadez? ¿La armonía domina sobre la discordia y usa variedad de expresión en lugar de los mismos acordes o un exceso de tonos menores? ¿El ritmo apoya a la melodía y el contenido de la letra, o te somete mediante una síncopa excesiva, invitándote a movimientos sensuales? La Biblia nos exhorta a examinar todas las cosas antes de aceptarlas. Congregaciones enteras pueden ser engañadas, pensando que Dios está presente cuando no lo está, o ausente cuando está presente, porque la prioridad ha llegado a ser el rítmo y una “elevación” artificial en lugar de una verdadera unción.
La clase de música que habitualmente disfrutamos tiene gran importancia. O nos volvemos libremente creativos y expresivos, o dependientes de la estimulación y la impresión.
Titulo: "Importa que clase de música escuchamos"
Autor: Paul Jehle
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