EL PACTO ETERNO DE DIOS ES UNA PROMESA, NO UN CONTRATO Y ESTO LO CAMBIA TODO! Se propone una interesante analogía. Uno que no sabe nadar cae en aguas profundas y tempestuosas. Desde la cubierta alguien quiere echarle un salvavidas. Imagina que fueses tú quien estuviera en la cubierta, y tu hijo quien se estuviera ahogando: ¿Le exigirías que prometiera algo antes de echarle el salvavidas? Le insistirías en que “tiene que aceptar su parte en el trato”? Cristo no nos lo preguntó, sino que “aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo; por gracia sois salvos” ( Efe 2:5 ). No hay duda de que hemos de aferrarnos al salvavidas, pero la motivación es la gratitud por lo que se nos ha dado ya, y nunca lo que vamos a obtener con promesa alguna de nuestra parte. Un “Salvador” impasible [que no se perturba] en cubierta, echando el salvavidas a quienes son dignos de él, es el “Cristo” católico-romano que no desciende a tomar nuestra naturaleza caída, pecaminosa, no fue
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